La Bazuca De Basura Amarilla
O: Vine Al Micky Porque Me Dijeron Que Acá Vivía Mi Padre, Un Tal Padrote Drogado
Buenas noches. Soy el Doctor Giuseppe Amara. Me han pedido que dé mi opinión profesional como psiquiatra sobre el sujeto que se hace llamar "Padrote Drogado". En todos mis años como psiquiatra, jamás había visto algo tan jodidamente asqueroso y manifiestamente psicopático como esto. Las tendencias de explotación sexual de este individuo que está claramente reprimido sexualmente no tienen precedentes. El inconsciente aquí se manifiesta como una psicomasturbación sin límites. El interés infantil en la violencia, debido a un complejo edípico no resuelto, se expresa en perversiones de lo más grotescas. En inseguridades, en material confuso, erotómano, retentivo anal, pornográfico, primordial. Estamos lidiando con una mente primitiva, sucia, vulgar, vergonzosa y retorcida, que busca un valor impactante. Básicamente, estamos lidiando con un lunático. Esto está lleno de emociones baratas. El hombre es un pervertido. Intenta jugar con las tendencias sádicas, que son patéticas. Su disposición maníaca del clítoris. Esto es débil. Esto es un vacío intelectual. Él crea este clamor, esta pesadilla de ruido. Es un desastre y un drama psicosexual básicamente. Es una cacofonía. Crea una perturbación porque básicamente está perturbado. Básicamente, esto es un naufragio sin valor. El hombre es mentalmente incompetente. Ese es mi diagnóstico.
Vine al Micky porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Padrote Drogado
Mi almohada ya está muy aplastada y es incómodo dormir en ella, ¿qué puedo hacer? ¿Cómo se puede enterar uno de la calidad de los libros antes de comprarlos? ¿Qué bebida energética es la más eficiente? ¿Cómo se pueden versificar las cosas imposibles? ¿Hay que dar propina cuando se escucha un poema? Yo estoy pensando, claro está, en otras cosas, haciéndome mis propias preguntas: ¿Soy un adicto a valer verga? ¿Un romántico frente a la eternidad? ¿Significa algo ser neomexicano, y si sí, se puede demostrar? ¿Quién chingados es Ricardo Arjona? Hoy estaba obsesionado con la idea de mandar por fax la sangre que me salió de la nariz y enviarla a la oficina de la empresa de seguridad privada ELIM, pero no lo he hecho porque esta mañana hice un collar con las vértebras de mis enemigos y me apeteció quedarme en casa y ponérmelo en el cuello mientras hacía edging en la tina de mármol blanco del baño, escuchando Chopin, al tiempo que gruñía y mugía como un puto animal. Luego he visto una película sobre un lunático enmascarado llamado Octavio Paz matando gente con un cuchillo en una nave espacial en el año 2455. Después el asesino se muere, pero revive diez veces más fuerte, y sigue matando. Y así una y otra vez. Octavio Paz para siempre cabrones.
Banda favorita: The Gerogerigegege. Película favorita: Jason X. Bebida: vodka (Stolichnaya) en las rocas. Programa de televisión: The Idol. Refresco: Coca Cola. Agua: Evian. Deporte: la lucha norcoreana tradicional. Recuerdo cuando veía The Idol con mi esposa sentados en la total oscuridad. Lo recuerdo como si fuera ayer. Ningún capítulo me gustaba, todos, incluso en los que David Lynch hace un cameo, me parecían absolutamente malos; sin embargo, era profundamente feliz porque soy inmune al cringe. El cringe es solamente una capa más de la ironía; como el pimiento en una buena salsa, resalta el sabor. Por eso The Idol me parece la serie más importante de nuestros tiempos. The Idol es una estrella de 80 millones de seguidores saliendo dos segundos en la pantalla, completa y abismalmente insignificante, alumbrando todo a 65.23 años luz de distancia. The Idol es un villano que termina redimido por la historia y convertido en héroe al final de los tiempos. The Idol es pura energía libidinal sin objeto. Energía libidinal desenfrenada. Sexo tántrico. Abre las putas piernas puta. No entenderías…
Cuando le dije a esa perra normie en Insurgentes Sur que nada tenía sentido, que todo esto, toda esta puta mierda me pela la verga, ella me dijo, no entiendo de lo que me estás hablando. Poco después le dije que no podíamos volvernos a ver porque no tenía alma. Después me fui caminando por Insurgentes hasta quedarme dormido. Y a esto le sigue un suspiro, luego un leve encogimiento de hombros y otro suspiro, y encima de una de las puertas tapadas por cortinas de terciopelo rojo del Micky hay un cartel, y en el cartel, con letras que hacen juego con el color de las cortinas, a un lado de la Cruz Psíquica de neón pulsante, están las palabras «ESTO NO ES UNA SALIDA», mientras Babette Jones baila peligrosamente cerca de un ventilador encendido. Me está costando mucho trabajo prestar atención porque mi celular ha empezado a hablarme, y de hecho a veces deja mensajes muy raros en la pantalla, en letras verdes brillantes, mensajes como: «Monta una escena espantosa en este cumpleaños» o «Mata al presidente» o «Hay alguien en la cajuela del Uber», y casi pierdo la razón por culpa del judío que me siguió durante seis cuadras el lunes pasado por la tarde hablándome en voz muy, muy baja. Notre Dame was an inside job. El incendio de Notre Dame es el 9/11 para los hombres jóvenes sensibles. Desintegración total. Me estoy tomando las cosas con calma. Sin embargo, la única pregunta que consigo formular, contribuyendo con ella a la conversación con el taxista, es de preocupación:
—Yo no voy ir a ninguna puta parte si no tenemos reservación, ¿tenemos reservación en el Micky, o no?

HOMBRE, por Emilio García Sáinz
A los quince años mi papá me regaló un cuchillo. La cosa está muy caliente, dijo antes de pasarme la navaja enfundada en una tela negra. A los diecinueve fantaseé con destripar a algún cabrón usándolo y soñé con entintarme las manos con su sangre. Sangren, gatos, sangren. Hace unos días soñé con morir fusilado. Soñé —y toda la vida lo he soñado— con morir como Santino Corleone. Siempre |he querido que me llenen de hoyos el cuerpo y que se escurra por ahí mi vida y ahí sentir a Dios tomarme con sus dedos. Quisiera morir como hombre.
—¡A la orden patrón!, nomás di rana y yo brinco! —, me dijo el viene-viene piedroso del Espíritu Santo. Por fin entré y dormimos juntos en tu apartamento. No sé ni quién eres, pero no puedo dejar de ver esos tatuajes que tú tienes. Miro la Virgen de tu pierna y la cruz que cuelga de tu cuello. No sé ni quién eres, pero no puedo dejar de pensar en ti, ni en tu perro ni el dolor de cabeza que me da el olor de tus pinturas. A veces lo pienso, no sé ni quién eres.
Mi mamá me dio la bendición hoy, antes de salir. —Te cuidas hijo—, me dijo antes de darme un beso en la frente. ¿Alguna vez has visto Angel Heart (1987)? No puedo sacar de mi cabeza las uñas largas de DeNiro ni el aura maldita del boxeador. No, no, no… no puedo dejar de pensar en el aura maldita de Mickey Rourke. ¿Alguna vez sentiste miedo? ¿Alguna vez sentiste al miedo recorriéndote la espalda? Me acordé del cuarto de mis padres en nuestra última casa. Me acordé de cómo se veía los sábados por la mañana, de Santiago Nasar y los hermanos Vicario. Pensé en el perro que una noche me gritó: —¡Ya mamaste, puto! — antes de entrar a casa.
Paso junto a un San Judas por un tianguis de la Anzures. —Cuídame, cabrón. Me persigno y sigo junto a él. Llego, porque Dios es grande y siempre llego. Llego y no sé a dónde, pero siempre llego. Tsuuun… pasan los coches mientras saco el perico con mi llave en el asiento de atrás. —¿No quiere, jefe?—, interrumpo nuestra conversación sobre los mejores chicheros de la ciudad mientras le acerco la bolsita y la llave de mi casa para que él inhale lo último de ese polvito.
Confío en ti, porque sé qué es lo que escondes tras tus ojos.
Este es el lugar, ¡oh cielos!, que diputo y escojo para llorar la desventura en que vosotros mismos me habéis puesto
Llegoa las 8 de la mañana, en sábado, al Jardín Ramón López Velarde, buscando a los camaradas del Movimiento Nacionalista Izhanih (MNI), pero no encuentro a nadie. La sobriedad es una maldita perra. La sobriedad es una maldita piedra maldita. Aquí salgo a llorar la desventura en la que vosotros mismos, los Nacionalistas Izhanih, me habéis puesto. ¡Qué soledad eterna es la mañana! Vine aquí en busca de seriedad y extremismo político, weyes mamados aprendiendo a defenderse con cuchilos, una especie de Sociedad del Escudo (Tatenokai) mexicana, pero terminé solo, haciendo barras, cinco series de diez, cuando hace un año ni siquiera hubiera podido hacer una sola barra, ahora puedo hacer cinco series de diez, pero no encontré el elefante en el parque. ¿Dónde están mis semejantes?, es una pregunta que me he hecho toda mi vida. Tal vez el Tatenokai son los amigos que hicimos en el camino. Mis protegidos en Twitter, los hombres jóvenes sensibles, los vástagos desventurados que vienen a mí buscando un Apolo, ustedes saben quiénes son, mis Lucios Apuleyos. Los weyes a los que, apenas les doy follow, parece que florecen, devienen escritores, volviéndose la mejor versión de ellos mismos, un tren a toda velocidad con dirección a ninguna parte, un coche manejando en putiza hacia un muro de contención. Me gusta pensar que soy como Apolo en el sentido de que todos escriben mejor cuando están cerca de mí. No quiero que sean como yo, para nada, quiero que sean como ustedes mismos, quiero que ustedes lleguen al mismo lugar al que llegué yo por mi cuenta después de tantos años de buscarme a mí mismo. Al final haremos un ejército secreto de intelectuales mamados con pensamientos afines y lo llamaremos “La Nueva Ola De La Juventud Astromexicana”. Todo es verdad, todo está permitido, como el gato en el cerebro de Lucio Fulci o el demiurgo Yaldabaoth de los 10 mil tentáculos viviendo debajo de la Colonia Roma.
Estuve dando vueltas toda la mañana buscando un estanque de ranas en el Jardín Ramón López Velarde, pero solo encontré policías y policías encubiertos en el México de Sandra Cuevas, que parece el Detroit de Robocop. Un parque gris con negro, me late. Edificios abandonados. Detroit. Un estado policial ultratotalitario gobernado por empresas de seguridad privada. En Robocop, Detroit es una ciudad estado en la que la policía está privatizada y por lo tanto está armamentada para defender los intereses del capital. Esa es mi visión del futuro. Elim es Elim es mi visión. Al final los policías y yo terminamos bailando en círculos agarrados de la mano como en una pintura de Matisse o en la película de Los idiotas de Lars Von Trier. Un sample de Floating de Julee Cruise, luego se escucha una multitud al aire libre, algunos fuegos artificiales y una ambulancia, grabados en muchos lugares de Mexico City. Supongo que estamos alrededor de algún feriado o víspera de Año Nuevo. Balazos al aire.
La verdadera sociedad secreta somos nosotros, los hombres jóvenes sensibles. Es el hombre joven sensible leyendo esto. El lector hipotético de Padrote Drogado, quien solo escribe para los ojos del César. Escúchame, cabrón: hay que matarlos a todos. No importa el nacionalismo, no importa tu afiliación política. Lo único que importa es matarlos a todos antes de que te maten a ti. Descuartizarlos y dejar que sus cuerpos se pudran al sol en la profundidad del desierto. Confía en mí broder, confía en el plan. ¿Nunca leíste 2666? Ahí está toda la metodología para deshacerte de 6 millones de cadáveres. Yo lo que quiero es iniciar a los jóvenes en la vida adulta, como lo haría el dios Apolo, el que dispara de lejos. Radicalizarlos en el amor. Que crean en el amor y que estén luego dispuestos a matarlos a todos en el nombre del amor. Eso es lo que quiero. Que escriban mamadas y me las manden y las publiquemos aquí como la sociedad secreta de hombres jóvenes sensibles que somos. Como el Círculo de Ezra Pound, pero sin Ezra Pound. El Círculo de Parsifal.
Reúno estas palabras para cuatro personas,
alguien más puede escucharlas,
oh mundo, lo siento por ti,
no conoces a esas cuatro personas
Nosotros los Hombres Jóvenes Sensibles somos la Nueva Nueva Ola de la Juventud Astromexicana, ¿me entiendes? Un movimiento inspirado en el ícono de Tlacaélel, figura mítica e histórica que conquistó Coyoacán, Toluca, Xochimilco, Guatemala y Chalco, instauró la visión místico-guerrera del culto al sol y la sangre, cuya deidad suprema era el dios Sol-Huitzilopochtli, y quemó los archivos históricos existentes hasta el momento para reescribir la historia y posicionar al pueblo mexicano como la nueva hegemonía cultural. Fue Tlacaélel quien estableció el sentimiento nacional, la tarea colectiva de resonancias cósmicas y que persiste hasta hoy en día en el pornogore de los cárteles, la tarea de evitar la muerte del Sol al fortalecerlo con la Energía Vital —chalchíuhatl, sangre— de las personas ofrecidas en sacrificio. Los narcos son neoaztecas, neomexicanos /pol/ que inadvertidamente mantienen viva la hermosa tradición del sacrificio humano en nombre del dios Sol-Huitzilopochtli. El Holocausto es un mal necesario porque millones deben perecer en sacrificio ritual para que llegue la Quinta Transformación. Eso es ser antimexicano. La expresión definitiva de la máxima velocidad, el culto futurista al automóvil. El antimexicano debe tomar por la fuerza la Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo para robarse los títulos en pasta dura de la Biblioteca Clásica Gredos solo porque no tiene nada mejor que hacer.
ARJONA, por Emilio García Sáinz
Estás llena de baba siempre que le gritas sinsentidos a la brisa de nuestro cuarto — ¿o es a mí? — unos minutos antes de despertar. Te levantas y quisiera morderte el culo y coger hasta quedar siempre inconscientes dentro de ti. Quisiera mamarte las tetas hasta que se tiñan de púrpura y que me alejes con una bofetada capaz de asesinar a un animal pequeño.
Cuando nos encerramos en el cuarto del motel más cutre del planeta, quisiera ahí matarnos como Nic Cage entre perico y todo el alcohol del mundo, pero ni para eso nos alcanza. Carajo, si fuera un poco más valiente y un poco menos vulgar, me atrevería a escoger la muerte por encima de esta vida indigna.
Suena Street Hassle en la Bosé que le robé al maricón que tienes por hermano. Me pela la verga. Sí, me pela la verga. Cuando pienso en Lou Reed pienso en cómo vivía yo hace año y medio. Escogía no cogerme a la pelirroja y me metía perico con cabrones que fumaban piedra. Ponía a las putas del table a moverme el culo en la cara mientras sonaba Lenny Kravitz y el marrano de seguridad me veía con odio. Ese güey me pela la verga. Sí, ese güey me pela la verga.
Te acaricio y pienso en cómo tú has acariciado a otros. Tuviste que prender el porno porque el pedo que traía no dejó que me pusiera duro. Al final no hicimos nada, me bañé ofreciéndote disculpas y me acompañaste hasta que vencieron las tres horas de nuestro cuartito en Tlalpan. Me esperaste hasta poder parar un taxi y nunca más te volví a ver.
Gracias a Dios. Gracias a Dios. Gracias a Dios por el nuevo día y por esa roca maldita que me regaló un anciano al que le compré un cigarro. “Es para la buena suerte”, me dijo... qué hijo de la chingada.
¿Alguna vez has visto a un perro callejero comiendo pollo? Me da mucho asco. Me da más asco que el olor a leche o ver a un güey atropellado. Uta, qué asco. Una vez vi a un güey atropellado en Calzada de Tlalpan y casi me vomito encima. Después el pinche taxista me quiso asaltar. Ese cabrón me súper peló la verga. Sí, ese cabrón a mí me peló la verga.
Detesto a los taxistas. No a todos, solo a los que escuchan Arjona. El otro día me subí a un taxi en Polanco y pusieron a Arjona en Amor 95.3. “Amor, solo música romántica”, decía el locutor nocturno con esa voz gruesísima que hasta me da asco —y que seguro a él le parece sexy— antes de poner “Historia de Taxi”. El ojete conductor le subió al radio mientras le admiraba con desprecio por susurrar la canción más corriente de la historia.
Nunca he sabido de qué trata “Historia de Taxi”. Siempre creí que era sobre una prostituta, pero ese día descubrí que es más como In The Mood For Love de Wong Kar Wai. ¿Es Arjona el hombre más romántico de la historia? No, no puede ser.